El verdadero valor de las emociones

niños en jardin infantil

Nuestros niños están creciendo en una sociedad que está en constante cambio. Sin embargo, no es necesariamente el cambio lo que nos preocupa sino lo que esto conlleva. Se enfrentan a diario a tantos estímulos (positivos y negativos); rodeados de tecnología, celulares, tabletas, juegos de video y redes sociales que, sin supervisión, pueden llegar a convertirse en una bomba de tiempo, sobre todo si se suma un factor como el de ser padres ausentes emocionalmente en la vida de nuestros niños.

Validar las emociones

Hoy en día no podemos dejar de lado las emociones ya que forman parte de la vida; lastimosamente, estamos enseñado a nuestros niños a esconderlas muy bien o a reemplazarlas con cosas materiales y vacías, con el fin de huir de lo que ocurre a nuestro alrededor y en nuestro interior.

Las emociones no son ni buenas ni malas: más que esconderlas debemos aprender a expresarlas, pero, sobre todo, enseñarles a sus hijos a reconocerlas y llamarlas por su nombre cualquiera que sea: ira, miedo, tristeza, alegría o culpa. Validar las emociones de los niños significa darle valor, sin minimizarla, pero a la vez ayudarlos a entenderlas, aceptarlas y canalizarlas de la forma más sana posible.

Emociones como base de los valores.

Estamos en un mundo en donde se sobrevalora el materialismo, en donde no hay una adecuada relación y/o comunicación entre padres e hijos a causa de las demandas diarias. Esto, tristemente, nos da como resultado la ausencia de lo medular en la educación del hogar: los valores.

Estamos convencidos de que los valores, el manejo adecuado de situaciones sociales, de nuestras emociones y gustos personales, forman parte de la columna vertebral de nuestra sociedad, y que nos ayudan a establecer normas y parámetros en la vida. Ellos representan las bases que nos permiten orientar nuestro comportamiento para realizarnos como personas que puedan convivir productiva y pacíficamente en comunidad. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. Asimismo, son fuente de satisfacción y plenitud.

Inteligencia creativa y emocional.

La imaginación y el pensamiento creativo son invaluables capacidades que tenemos los seres humanos y que debemos estimularlas en nuestros niños, ya que las mismas representan la fuente de toda invención e innovación. Una calificación académica no dice qué tan brillante es el niño, dejemos de etiquetar si el pequeño no es bueno en ciencias o en matemáticas, porque quizás ese niño sea brillante en otra área. En casa, abramos espacios para actividades de desarrollo creativo, como lo son: el arte, las manualidades, el teatro, cuenta-cuentos, juegos con dinámicas, la música, cocina, reutilización y reciclaje, jardinería y contacto animal, pasatiempos, construcción y muchas más…

En conclusión, como padres, su objetivo primordial debe ser fortalecer los vínculos afectivos que tienen con sus hijos, siendo más partícipes en la vida de ellos, guiándoles en su andar, pero a la vez dejarlos ser ellos mismos.

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Las emociones son parte esencial del crecimiento de los niños y, lejos de ocultarlas, debemos aprender a reconocerlas y validarlas. Acompañar a nuestros hijos en este proceso no solo fortalece sus valores y vínculos afectivos, sino que también impulsa su creatividad y les brinda herramientas para enfrentar los retos de una sociedad en constante cambio.

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