Los abrazos no son solo una buena forma de demostrar amor a los hijos, sino que a
través de ellos les transmitimos respaldo, apoyo y protección, haciendo que se sientan queridos, seguros y comprendidos.
Un abrazo aporta mucho más de lo que podemos pensar, en un principio, sobre todo en los más pequeños, y si se repiten a lo largo del día, sus beneficios se multiplican.
Beneficios:
Los hacen sentir seguros y potencian su autoestima. A través de los abrazos les mostramos respaldo y protección, haciéndoles saber que estamos ahí para lo que necesiten, esto les dará una mayor seguridad y confianza en sí mismos, y por lo tanto, influirá positivamente en su autoestima.
Mejora su salud emocional siendo esta importantísima, y solamente los padres pueden fortalecerla, tengan muy en cuenta que los niños requieren crecer en ambientes cálidos, felices y de amor para lograr su buen desarrollo.
Además, los abrazos activan las endorfinas, que son los neurotransmisores responsables para que sientan felicidad y bienestar.
Los abrazos reducen el estrés y ayudan con el estado de ánimo.
La sensación de bienestar producida por la activación de las endorfinas reducen también la ansiedad y si a esto le añadimos la seguridad y la protección que siente un niño a través del abrazo de sus padres los resultados son más que positivos. Fortalecen el vínculo entre padres e hijos, transmite seguridad, estabilidad, protección y eso favorece la creación del vínculo y el sentimiento de apego.
Niños felices muestran felicidad al ser abrazados ya que activan las endorfinas,
responsables de aumentar la sensación de alegría y plenitud a la vez que
disminuyen la de ansiedad y tristeza.